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¿De qué patologías se ocupa?

Los tipos de patologías son variadas como traumatismos craneoencefálicos (TCE), accidentes vasculares cerebrales o ictus (AVC), tumores cerebrales, demencia u otras enfermedades neurodegenerativas (Parkinson, esclerosis múltiple,...), desde la pérdida de memoria hasta los diferentes tipos de demencia (Alzheimer, vascular, ...)

La neuropsicología también ayuda a la hora de realizar el diagnóstico diferencial entre patologías similares y discriminar si las alteraciones tienen base orgánica o son funcionales (entre una depresión  y una demencia). En casos de simulación para acreditar la veracidad de la afectación y/o la exageración de las posibles alteraciones. 

 

En el ámbito laboral, la evaluación neuropsicológica se hace tanto para realizar el diagnóstico y la rehabilitación como para considerar una posible reintegración en el trabajo. En casos de deterioro cognitivo nos sirve la evaluación neuropsicológica para poder realizar un seguimiento evolutivo comparando diferentes exploraciones a lo largo del tiempo y reorientando la rehabilitación.

Las personas mayores, a menudo, tienen preocupación por problemas de memoria que pueden ser los propios del envejecimiento normal o tratarse de los primeros síntomas de una demencia. Los tests neuropsicológicos permiten diferenciar uno u otro.

Con menor frecuencia se evalúan otros pacientes que padecen enfermedades que pueden acompañarse de alteraciones cognitivas (diabetes, hipotiroidismo, esquizofrenia, depresión y otras enfermedades psiquiátricas...)

Un ictus, puede afectar a la conducta, el habla, la memoria y otras funciones del cerebro de una forma leve, moderada o grave. Una evaluación neuropsicológica ayuda a establecer el grado de afectación y localización en el cerebro y nos permite planificar las tareas de terapia para la recuperación cognitiva.

El Parkinson y otras enfermedades neurodegenerativas causan diferentes problemas neurológicos, en estos casos un examen neuropsicológico marca una línea base para conocer específicamente el progreso y la evolución de las funciones afectadas.

La enfermedad de Alzheimer y otras demencias producen alteraciones en todas las funciones cognitivas y especialmente en la memoria, la personalidad y las habilidades cognitivas. La valoración mediante tests en este caso nos permite identificar el perfil neuropsicológico y detectar problemas de memoria en un estadio muy inicial, mientras que en fases moderadas tener una valoración detallada nos permite trabajar desde la terapia cognitiva para no perder funciones rápidamente. Además, la valoración periódica nos puede dar indicios sobre la evolución de la enfermedad.

Los traumatismos craneoencefálicos pueden causar una gran variedad de síntomas según qué parte cerebral sea la afectada, mediante la evaluación del neuropsicólogo definimos qué funciones cerebrales están alteradas y planificamos a partir de ahí la terapia cognitiva con ejercicios específicos.

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